A todos nos pasa. Hace una hora y media del desayuno y, de pronto, aparece este vacío en el estómago que nos hace aparecer el hambre de nuevo. Y el deseo nos empuja a comernos algún dulce, algún snack salado o algo que, seguramente, hará mucho daño a nuestra conciencia y a nuestra cintura.
Pero no te preocupes, porque después de los consejos que te daremos a continuación, matar el gusanillo dejará de ser un problema para nuestra línea.
- Aunque en estos momentos de hambre lo que nos apetece más son los extremos, evítalos. Intenta no comer ni alimentos muy dulces, ni muy salados como chocolate, batidos, bollería o patatas fritas. Son alimentos con sabores intensos que alivian nuestra ansiedad, pero elevan nuestra hambre y además nos hacen ganar peso.
- Una buena idea, es elegir algo saciante que no supere las 200 calorías, por ejemplo una manzana verde cordada a trocitos con una cucharada de yogur griego natural espolvoreada con canela o copos de avena.
- Si durante el tentempié tienes sed, lo último que debes hacer es acompañarlo con una bebida alta en azúcar. Intenta sustituir los refrescos por agua.
- Nunca sabes cuándo el estómago te va a jugar una mala pasada. Pero si esto pasa, lo ideal (para la línea y para el bolsillo) es que lleves encima algo de casa. Fruta, pan integral, frutos secos o incluso un yogur son buenísimos aliados para tu línea y mucho más nutritivos que múltiples opciones que te ofrece la máquina expendedora de la oficina.
- Y por último, relájate y disfruta el momento. Pisar el freno mientras comemos nos ayudará a sentirnos más saciados cuando terminemos.
¡Buen provecho!
Referencias: